Siete obras para recordar el legado de Juan Rulfo

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16 de mayo de 2024 Hora: 04:12

Este 16 de mayo se conmemoran el 107 aniversario del nacimiento del escritor mexicano, Juan Rulfo quien es reconocido como uno de los escritores más leídos de México hasta el momento y cuya obra cimera se encuentra entre lo más valioso de la literatura universal.

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El narrador, guionista, novelista, fotógrafo y asesor histórico era oriundo de Apulco, un pueblo del municipio San Gabriel, al sur del estado de Jalisco. Su vasto y versátil legado resulta verdaderamente asombroso al estar impregnado de libertad creativa, crítica social y reconocimiento de la cultura popular.

Rulfo hizo elevar su impronta a partir de los temas que abordaba como lo rural, la miseria, la muerte, las almas que penan, la frontera entre vivos y muertos, algo tan cercano a su tierra. Resalta, igualmente, en la forma, a través de un estilo muy marcado mediante la palabra precisa y la exclusión del más mínimo de los excesos.




Estas características, llegan a su punto más alto en su novela con mayor connotación, y por tanto, una de las más admiradas de la literatura mexicana y latinoamericana, «Pedro Páramo».

Dicha creación, versa sobre un hombre llamado Juan Preciado que viaja a la ciudad natal de su madre recientemente fallecida, Comala, para encontrar a su padre. Pero solo se encuentra con un pueblo fantasma, lleno de figuras espectrales.

La obra ha sido traducida a más de 30 idiomas diferentes y ha representado influencia clave en escritores latinoamericanos como Gabriel García Márquez, quien afirmó: “Si yo hubiera escrito Pedro Páramo no (…) volvería a escribir nunca en mi vida”.




«El llano en llamas» es otra de sus obras más conocidas. Constituye una colección de cuentos 17 cuentos publicados, por primera vez, en 1953. Se ha llevado a más de veinticinco lenguas y reeditado en múltiples ocasiones en los países de lengua hispana.

En ellos la riqueza imaginativa de los personajes de la Comala va de la mano con la belleza literaria, aunque retrata las luchas de los campesinos y la opresión que sufren en la década de 1950 en México con gran realismo y detalle, lo que la hace una crítica social y política.




Por otra parte, «El gallo de oro» es una novela corta escrita entre 1956 y 1958, pero publicada por primera vez en 1980, que cuenta la historia del apasionado amor entre Dionisió Pinzón, un gallero, y de Bernarda Cutiño (la Caponera), cantante de palenques, mientras vagan de feria en feria por el centro del país. Es una obra completamente rural, característica que Rulfo logra transmitir con un lenguaje propio y sonoro.

«Aire de las colinas. Cartas a Clara» deviene una oda al amor desde aquellos años en que Juan Rulfo uso el género epistolar para descargar todo su sentir a la mujer de su vida y madre de sus hijos.

Estas son fundacionales de su escritura, fruto del fuego de su inspiración y fungieron como calma para sus ímpetus. Por ellas corre el sentir del artista literario más grande e importante de México.




Rulfo poseía una importante vena fotográfica. Tomo muchas instantáneas de su entorno y época.

Justo a un año de publicarse «Pedro Páramo», se involucró en un peculiar proyecto fotográfico: la zona de los ferrocarriles al norte de la ciudad de México, un área que pronto experimentaría un gran cambio, al retirarse los trenes y aparecer un inmenso conjunto residencial. Sus fotografías están recogidas en el libro «En los Ferrocarriles».

«A través de una mentira que dice la verdad: Conferencias, ensayos, entrevistas y otros textos» se recogen los textos que Rulfo escribió para leer en conferencias y programas de radio, así como cartas, notas y prólogos sobre literatura.

Pero lo más importante, este compendio permite descubrir la faceta como crítico que mantuvo con el más alto nivel a lo largo de tres décadas.

A través de «Los cuadernos de Juan Rulfo» se muestra el trabajo íntimo del escritor: apuntes, ejercicios, borradores, formas que el trabajo literario exige y que generalmente no se dan a conocer.

De ahí su valor, pues el propio Rulfo, afirmó: “de pronto, a media calle, se me ocurría una idea y la anotaba en papelitos verdes y azules”.

Al llegar a casa tras el trabajo pasaba sus apuntes al cuaderno, dejando párrafos a la mitad, “de modo que pudiera dejar un rescoldo o encontrar un hilo pendiente del pensamiento del día siguiente”.

Autor: teleSUR - dcdc - JCM

Fuente: La Jiribilla - elem.mx - Unam